Translate

domingo, 14 de abril de 2013

Relatos y poemas de ¡Bienvenida Primavera!


Aquí pueden disfrutar leyendo los poemas y relatos de la actividad que celebramos el pasado 12 de abril en el Real Liceo Casino de Alicante.

                                               Juan José Rey y su  poema "Primavera"



                                            
                             Eimoa Martín,  su relato "Trozos de sueños"       


Miro el reloj de la estación. Ahora todo es en blanco y negro y las imágenes se suceden lentas. Sé que he vuelto a algún momento determinado del pasado pero no sé a cuál. Sólo sé que me estoy yendo.. y sé que es la hora de marcharme. Simulo una sonrisa radiante de mar con luna y te la dedico toda a ti..por dentro mi corazón empieza a doler como si alguien lo estuviese amasando, respiro fuerte y me muerdo los labios, por favor quiero que este momento sea bello, pienso. Después un niño vestido de colegio con pantalones cortos y calcetines largos me grita, me empuja y luego ríe a carcajadas. En otro vagón un hombre gris con expresión gris, traje gris y mirada gris me habla con los ojos de lejos y estoy segura me entiende.

Al fin te miro, una vez mas. Adiós. Repito esta palabra y la voy dejando hueca mientras camino. Adiós. Oigo ruido, nombres, voces, que me dan igual. Sigo caminando y mis huesos se hacen de espuma.. y el aire, que pesa. A cada paso mucho mas. Adiós.

 
Busqué compulsivamente un folio en blanco y un bolígrafo para verter las palabras según llegaban a mi cabeza. El sueño era algo típico, algo tópico. Ahora podría ser divertido analizar si era un recuerdo remoto de una vida anterior. O quizá un pedazo de historia de otros sueños perdidos. Esta idea me gustó. Trozos de sueños como piezas de puzzle, pequeñas piezas aparentemente sin ningún nexo, pedazos de imágenes por ahí flotando en el subconsciente y revoloteando. Que pueden encajar, o no. Muchas sobran y hay que apartarlas, pero ¿cuáles? Esa es la gracia del juego.

                                                        DOS
Grito gigante. Ruido de agua y viento. Olas que suben y bajan. Una ola redonda y enorme que me atrapa, me come, que me engulle. Dentro de ella todo es silencio. Un silencio azul hermosísimo. Paseo por la ola que ahora es un túnel de hielo y observo lo que hay detrás del cristal. Veo un anciano con su nieto de la mano sentados los dos en el quicio de una ventana. Sonríen y charlan. Deben quererse mucho. El anciano tiene mirada de niño y el niño tiene manos de anciano. Tras el hielo bajo mis pies dos delfines de color blanco danzan y juegan felices. Al final del túnel empieza a escucharse la lluvia y decido que quiero permanecer aquí, dentro de la ola, hasta que la lluvia cese.

                                                    TRES

Estamos juntos en un valle muy hermoso rodeado de montañas. Debe ser primavera porque el suelo está cubierto de diminutas flores de variados colores. Quizá sea Abril. O puede que sea Mayo. Te miro a los ojos y me caigo dentro de ellos resbalándome por el tronco de un árbol que es como un tobogán interminable. Caigo sin miedo y aterrizo en una playa repleta de paquetes envueltos en papel celofán y con lazos dorados.

Los abro uno a uno y voy descubriendo recuerdos tuyos escritos a lápiz…momentos bonitos con los amigos, con tus padres… otros momentos en soledad.

Después para subir a tus ojos otra vez me agarro a las pequeñas ramas que voy encontrando, es extraño porque te echo tanto de menos y en realidad estoy dentro de ti.

Salto desde tus ojos y me alegro de haber regresado a ese instante. Te acaricio los párpados. Te miro. Te beso. Te doy todos los pequeños papeles que encontré en los regalos de la playa.

Me miras. Me abrazas. Me sonríes.

De la esquina izquierda de una montaña empieza a brotar un manantial que inesperadamente empapa nuestros pies. Es un agua muy fría y muy brillante. Un agua llena de luz.

De golpe es de noche. De repente se que no me imagino sin ti.

 


                                              Conchi Izquiero y su "Oda a la Primavera"


Un año más, Primavera,

tu sonrisa zalamera,

tu enigmática fragancia,

irrumpen con elegancia

la quietud de la pradera.

 

Abril, ferviente y ufano,

enaltece monte y llano,

y tus manos femeninas,

dan mil flores nacarinas

al almendro y al manzano.

 

El Sol se posa insinuante

ante la lluvia expectante,

y una nube sorprendida,

ve nacer enternecida,

el iris en su semblante.

 

Naranjos, chopos, nogales,

madreselvas y jarales,

laten en fiel consonancia,

bajo la ardua vigilancia

de tus ojos maternales.

 

Un jilguero de amor preso,

corteja con embeleso

el corazón de su amada,

ella absorta y sonrojada,

le responde con un beso.

 

Una abeja primorosa,

liba el néctar de una rosa,

y elabora con agrado,

el sabor almibarado

de la miel más deliciosa.

 

Con esmero y sutileza,

peina Náyade su trenza

deleitando a quienes miran,

los nenúfares suspiran

por coronar su belleza.

 
Primavera, musa mía,

todo en ti huele a poesía,

el jazmín, la mariposa,

la hormiguita laboriosa,

y el albor del nuevo día.

 

Tú conoces el lenguaje

de los cisnes, el linaje

de la encina y el laurel,

la ribera y el vergel

del más arcano paraje.

 

Has visto al niño Cupido,

apresurar el latido

del infame corazón,

y escuchado la canción

del ruiseñor malherido.

 

Envidias a la cigarra,

desafinada guitarra,

que muere ebria de Sol,

al ciempiés y al caracol

que moran la verde parra.

 

Tu alma grácil, ríe, llora,

y cuando llega la hora

te alzas del trono con brío,

y lo cedes al estío

como toda una señora.

 

Y te marchas, rosa bella,

cual diamantina centella,

el prado de oro se viste,

mas tu recuerdo persiste,

como el fulgor de una estrella.

 

                                                
                                                         Jesús Coronado con "Clara"

Clara entró en mi vida de repente, como lo hace la primera

brisa de primavera y su refrescante calidez de los últimos días de

marzo acariciándote el rostro. Se balanceaba entre las mesas con la

misma gracia que los juncos juegan en la ribera del río al mecerlos el

viento despacio. Y el aroma sutil a rosas de su perfume mezclándose

con el del café al pasar a mi lado, erizándose hasta el último vello de

mi piel cuando de forma descuidada rozó mi brazo y con esa mirada

recatada me ofreció una disculpa que me robó el alma y me convirtió

en su esclavo. Ese aroma a rosas que trajo a mi mente otros

recuerdos escondidos mientras volvía a casa con la firme convicción

de hacerla mía.

Mi insistencia dio sus frutos cuando apenas la primavera

entraba en el mes de mayo, en el momento en que las flores

muestran sus mejores galas y nos regalan sus fragantes aromas. Mi

extrema timidez en contraste con su alegría y desparpajo, terminó

seduciéndola y las rosas que cultivo en mi jardín, terminaron de

realizar el milagro. Allí, entre las rosas naranjas, el color de la pasión

exaltada, me dio el primer beso.

Le mostré el jardín con sus doce parterres, once de ellos

cultivados con rosas de diferentes especies y colores, que la

cautivaron con sus aromas y colores plenos del mes de mayo. Le

expliqué que el número cinco estaba presente en todas ellas. El cáliz

dialisépalo formado por cinco piezas de color verde; la corola

dialipética formada por cinco pétalos regulares o múltiplos de cinco;

los estambres, las ramas que había que dejar tras la poda, las hojas

que había que buscar para cortar la rama y el número de besos que

debía darle a la mujer de mis sueños al despertar por la mañana. Y

Clara me besaba compitiendo con el aroma de las rosas rojas. Y la

pasión nos contagiaba hasta que nuestros cuerpos se perdían entre

sabanas de seda.

Pero los recuerdos son traicioneros y aparecen cuando menos

te lo esperas. Quizás fuera el calor pegajoso de aquella noche de

principios de verano o el aroma de su piel mientras acariciaba mi

cuerpo quien los trajo de su oculta guarida. Pero regresaron, como lo

hacen siempre, y cuando Clara me preguntó con tono sensual

mientras unía su cuerpo al mío porque había un parterre sin rosas,

los recuerdos se agolparon en mi mente. Y tuve clara la respuesta

una vez más.
 
“Ese parterre es para ti, para cultivar tus rosas”. Y mis

manos, al mismo tiempo que mis labios exhalaban la última sílaba, se

cerraron sobre su delicado cuello hasta percibir aquel crujido que me

recordó al de los juncos quebrados por el viento fuerte.

Hoy, mientras entierro su cuerpo para que sirva de alimento a

las rosas la próxima primavera, sigo percibiendo su aroma, el mismo

que despedía mi madre cuando la enterré en el primer parterre, el de

las rosas negras. El mismo aroma que sentí mientras sepultaba a

María, a Luisa, Amanda, a todas ellas aunque apenas recuerde sus

nombres. Ese aroma que me cautivaba al empezar la primavera, ese

aroma que odiaba mientras la piel de mi madre se restregaba en la

mía mientras yacía atado de pies y manos a las patas de su cama

rogándole que no lo hiciera aquella primavera. Ese aroma que me

subyugó y me perdió al acabar con ella de un golpe seco en la nuca.

Ese aroma de las rosas blancas que la próxima primavera, me

recordarán a Clara.
 
 
                                     Juan Urbano y "Vivos colores"


Vivos colores
(Mi jardín)

Entre vivos colores rojos y blancos
Y la graciosa danza de los insectos
Crece mi jardín amado.

Entre los caminos húmedos del aire
Y los trinos melodiosos de las aves
Crece mi jardín amado.

Entre la melancolía del cerezo
Y la alegría de mi galán de noche
Crece mi jardín amado.

Entre la dulzura del néctar del día
Y los generosos dones del rocío
Crece mi jardín amado.


Hoy mi mano temblorosa no es mi mano
Mi jardín ya no es mi jardín florecido
Sin tu beso enamorado.



                        Nieves Simón recitando un poema llamado "Salmo" de Wislawa Szymborska

                            "La primavera es tan inevitable como artificial es toda frontera". Nieves Simón
¡Qué poco herméticas son las fronteras de los reinos humanos!

¡Cuántas nubes las cruzan sin castigo,

cuánta arena del desierto va de un país a otro,

cuántas piedras del monte ruedan en propiedad ajena

saltando provocativas!

 

¿Tengo que enumerar, uno por uno, los pájaros en vuelo,

o al que en este momento se posa en una barrera cerrada?

Aunque sea sólo un gorrión, su cola ya es fronteriza,

pero su pico es de aquí. Y para colmo no se está un segundo quieto

 

De los innumerables insectos me limitaré a la hormiga,

que entre las botas del guardia,

no se digna contestar a las preguntas: de dónde, a dónde.

 

¡Ah, ver claramente, a un tiempo, ese completo desorden

en todos los continentes¡.

¿No es acaso ese ligustro de la orilla contraria

el  que pasa por el río, de contrabando, una enésima hoja?

Porque quién si no la atrevidamente manilarga sepia

viola la zona sagrada de las aguas territoriales.

 

¿Cómo se puede hablar de un cierto orden,

cuando ni aún las estrellas se dejan colocar

para que nos quede claro bajo cual hemos nacido?

 

¡Y qué del censurable extenderse de la niebla¡

¡Y del polen que surca las estepas

como si nunca hubieran sido divididas¡

¡Y de las ondas del aire que llevan servicialmente el sonido

de las voces:

chillidos evocadores, gorgoteos con sentido!

Sólo lo humano sabe ser verdaderamente ajeno.

El resto son bosques mixtos, trabajo de zapa y viento.


                                                   Isabella Martínez López "La primavera llegó"



                                 Ana Arana recitando "Con Quevedo en Primavera" de Pabo Neruda
Todo ha florecido en
estos campos, manzanos,
azules titubeantes, malezas amarillas,
y entre la hierba verde viven las amapolas.
El cielo inextinguible, el aire nuevo
de cada día, el tácito fulgor,
regalo de una extensa primavera.
Sólo no hay primavera en mi recinto.
Enfermedades, besos desquiciados,
como yedras de iglesia se pegaron
a las ventanas negras de mi vida
y el sólo amor no basta, ni el salvaje
y extenso aroma de la primavera.

Y para ti qué son en este ahora
la luz desenfrenada, el desarrollo
floral de la evidencia, el canto verde
de las verdes hojas, la presencia
del cielo con su copa de frescura?
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueño de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raíces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera
.


¡Gracias a todos, esperamos que les hayan gustado!

No hay comentarios:

Publicar un comentario