Aquí pueden disfrutar leyendo los poemas
y relatos de la actividad que celebramos el pasado 12 de abril en el Real Liceo
Casino de Alicante.
Juan José Rey y su poema "Primavera"
Eimoa Martín, su relato "Trozos de sueños"
Miro el reloj de la estación. Ahora todo es en blanco y
negro y las imágenes se suceden lentas. Sé que he vuelto a algún momento
determinado del pasado pero no sé a cuál. Sólo sé que me estoy yendo.. y sé que
es la hora de marcharme. Simulo una sonrisa radiante de mar con luna y te la
dedico toda a ti..por dentro mi corazón empieza a doler como si alguien lo
estuviese amasando, respiro fuerte y me muerdo los labios, por favor quiero que
este momento sea bello, pienso. Después un niño vestido de colegio con
pantalones cortos y calcetines largos me grita, me empuja y luego ríe a
carcajadas. En otro vagón un hombre gris con expresión gris, traje gris y
mirada gris me habla con los ojos de lejos y estoy segura me entiende.
Al fin te miro, una vez mas. Adiós. Repito esta palabra y
la voy dejando hueca mientras camino. Adiós. Oigo ruido, nombres, voces, que me
dan igual. Sigo caminando y mis huesos se hacen de espuma.. y el aire, que
pesa. A cada paso mucho mas. Adiós.
Estamos juntos en un valle muy hermoso rodeado de montañas.
Debe ser primavera porque el suelo está cubierto de diminutas flores de
variados colores. Quizá sea Abril. O puede que sea Mayo. Te miro a los ojos y
me caigo dentro de ellos resbalándome por el tronco de un árbol que es como un
tobogán interminable. Caigo sin miedo y aterrizo en una playa repleta de
paquetes envueltos en papel celofán y con lazos dorados.
Los abro uno a uno y voy descubriendo recuerdos tuyos
escritos a lápiz…momentos bonitos con los amigos, con tus padres… otros
momentos en soledad.
Después para subir a tus ojos otra vez me agarro a las pequeñas
ramas que voy encontrando, es extraño porque te echo tanto de menos y en
realidad estoy dentro de ti.
Salto desde tus ojos y me alegro de haber regresado a ese
instante. Te acaricio los párpados. Te miro. Te beso. Te doy todos los pequeños
papeles que encontré en los regalos de la playa.
Me miras. Me abrazas. Me sonríes.
De la esquina izquierda de una montaña empieza a brotar un
manantial que inesperadamente empapa nuestros pies. Es un agua muy fría y muy
brillante. Un agua llena de luz.
De golpe es de noche. De repente se que no me imagino sin
ti.
Conchi Izquiero y su "Oda a la Primavera"
Un año más, Primavera,
tu sonrisa zalamera,
tu enigmática fragancia,
irrumpen con elegancia
la quietud de la pradera.
Abril, ferviente y ufano,
enaltece monte y llano,
y tus manos femeninas,
dan mil flores nacarinas
al almendro y al manzano.
El Sol se posa insinuante
ante la lluvia expectante,
y una nube sorprendida,
ve nacer enternecida,
el iris en su semblante.
Naranjos, chopos, nogales,
madreselvas y jarales,
laten en fiel consonancia,
bajo la ardua vigilancia
de tus ojos maternales.
Un jilguero de amor preso,
corteja con embeleso
el corazón de su amada,
ella absorta y sonrojada,
le responde con un beso.
Una abeja primorosa,
liba el néctar de una rosa,
y elabora con agrado,
el sabor almibarado
de la miel más deliciosa.
Con esmero y sutileza,
peina Náyade su trenza
deleitando a quienes miran,
los nenúfares suspiran
por coronar su belleza.
Primavera, musa mía,
todo en ti huele a poesía,
el jazmín, la mariposa,
la hormiguita laboriosa,
y el albor del nuevo día.
Tú conoces el lenguaje
de los cisnes, el linaje
de la encina y el laurel,
la ribera y el vergel
del más arcano paraje.
Has visto al niño Cupido,
apresurar el latido
del infame corazón,
y escuchado la canción
del ruiseñor malherido.
Envidias a la cigarra,
desafinada guitarra,
que muere ebria de Sol,
al ciempiés y al caracol
que moran la verde parra.
Tu alma grácil, ríe, llora,
y cuando llega la hora
te alzas del trono con brío,
y lo cedes al estío
como toda una señora.
Y te marchas, rosa bella,
cual diamantina centella,
el prado de oro se viste,
mas tu recuerdo persiste,
como el fulgor de una estrella.
Jesús Coronado con "Clara"
Clara entró en mi vida de repente, como lo hace la primera
brisa de primavera y su refrescante calidez de los últimos días de
marzo acariciándote el rostro. Se balanceaba entre las mesas con la
misma gracia que los juncos juegan en la ribera del río al mecerlos el
viento despacio. Y el aroma sutil a rosas de su perfume mezclándose
con el del café al pasar a mi lado, erizándose hasta el último vello de
mi piel cuando de forma descuidada rozó mi brazo y con esa mirada
recatada me ofreció una disculpa que me robó el alma y me convirtió
en su esclavo. Ese aroma a rosas que trajo a mi mente otros
recuerdos escondidos mientras volvía a casa con la firme convicción
de hacerla mía.
Mi insistencia dio sus frutos cuando apenas la primavera
entraba en el mes de mayo, en el momento en que las flores
muestran sus mejores galas y nos regalan sus fragantes aromas. Mi
extrema timidez en contraste con su alegría y desparpajo, terminó
seduciéndola y las rosas que cultivo en mi jardín, terminaron de
realizar el milagro. Allí, entre las rosas naranjas, el color de la pasión
exaltada, me dio el primer beso.
Le mostré el jardín con sus doce parterres, once de ellos
cultivados con rosas de diferentes especies y colores, que la
cautivaron con sus aromas y colores plenos del mes de mayo. Le
expliqué que el número cinco estaba presente en todas ellas. El cáliz
dialisépalo formado por cinco piezas de color verde; la corola
dialipética formada por cinco pétalos regulares o múltiplos de cinco;
los estambres, las ramas que había que dejar tras la poda, las hojas
que había que buscar para cortar la rama y el número de besos que
debía darle a la mujer de mis sueños al despertar por la mañana. Y
Clara me besaba compitiendo con el aroma de las rosas rojas. Y la
pasión nos contagiaba hasta que nuestros cuerpos se perdían entre
sabanas de seda.
Pero los recuerdos son traicioneros y aparecen cuando menos
te lo esperas. Quizás fuera el calor pegajoso de aquella noche de
principios de verano o el aroma de su piel mientras acariciaba mi
cuerpo quien los trajo de su oculta guarida. Pero regresaron, como lo
hacen siempre, y cuando Clara me preguntó con tono sensual
mientras unía su cuerpo al mío porque había un parterre sin rosas,
los recuerdos se agolparon en mi mente. Y tuve clara la respuesta
una vez más.
“Ese parterre es para ti, para cultivar tus rosas”. Y mis
manos, al mismo tiempo que mis labios exhalaban la última sílaba, se
cerraron sobre su delicado cuello hasta percibir aquel crujido que me
recordó al de los juncos quebrados por el viento fuerte.
Hoy, mientras entierro su cuerpo para que sirva de alimento a
las rosas la próxima primavera, sigo percibiendo su aroma, el mismo
que despedía mi madre cuando la enterré en el primer parterre, el de
las rosas negras. El mismo aroma que sentí mientras sepultaba a
María, a Luisa, Amanda, a todas ellas aunque apenas recuerde sus
nombres. Ese aroma que me cautivaba al empezar la primavera, ese
aroma que odiaba mientras la piel de mi madre se restregaba en la
mía mientras yacía atado de pies y manos a las patas de su cama
rogándole que no lo hiciera aquella primavera. Ese aroma que me
subyugó y me perdió al acabar con ella de un golpe seco en la nuca.
Ese aroma de las rosas blancas que la próxima primavera, me
recordarán a Clara.
Vivos colores
(Mi jardín)
Entre
vivos colores rojos y blancos
Y la graciosa danza de los insectos
Crece mi jardín amado.
Y la graciosa danza de los insectos
Crece mi jardín amado.
Entre
los caminos húmedos del aire
Y los trinos melodiosos de las aves
Crece mi jardín amado.
Y los trinos melodiosos de las aves
Crece mi jardín amado.
Entre
la melancolía del cerezo
Y la alegría de mi galán de noche
Crece mi jardín amado.
Y la alegría de mi galán de noche
Crece mi jardín amado.
Entre la dulzura del néctar del día
Y los generosos dones del rocío
Crece mi jardín amado.
Hoy
mi mano temblorosa no es mi mano
Mi jardín ya no es mi jardín florecido
Sin tu beso enamorado.
Mi jardín ya no es mi jardín florecido
Sin tu beso enamorado.
Nieves Simón recitando un poema llamado "Salmo" de Wislawa Szymborska
"La
primavera es tan inevitable como
artificial es toda frontera". Nieves Simón
¡Qué poco herméticas son las
fronteras de los reinos humanos!
¡Cuántas nubes las cruzan sin
castigo,
cuánta arena del desierto va de un
país a otro,
cuántas piedras del monte ruedan en
propiedad ajena
saltando provocativas!
¿Tengo que enumerar, uno por uno,
los pájaros en vuelo,
o al que en este momento se posa en
una barrera cerrada?
Aunque sea sólo un gorrión, su cola
ya es fronteriza,
pero su pico es de aquí. Y para
colmo no se está un segundo quieto
De los innumerables insectos me
limitaré a la hormiga,
que entre las botas del guardia,
no se digna contestar a las
preguntas: de dónde, a dónde.
¡Ah, ver claramente, a un tiempo, ese
completo desorden
en todos los continentes¡.
¿No es acaso ese ligustro de la
orilla contraria
el
que pasa por el río, de contrabando, una enésima hoja?
Porque quién si no la atrevidamente
manilarga sepia
viola la zona sagrada de las aguas
territoriales.
¿Cómo se puede hablar de un cierto
orden,
cuando ni aún las estrellas se dejan
colocar
para que nos quede claro bajo cual
hemos nacido?
¡Y qué del censurable extenderse de
la niebla¡
¡Y del polen que surca las estepas
como si nunca hubieran sido divididas¡
¡Y de las ondas del aire que llevan
servicialmente el sonido
de las voces:
chillidos evocadores, gorgoteos con
sentido!
Sólo lo humano sabe ser
verdaderamente ajeno.
El resto son bosques mixtos, trabajo
de zapa y viento.
Isabella Martínez López "La primavera llegó"
Ana Arana recitando "Con Quevedo en Primavera" de Pabo Neruda
Todo ha florecido en
estos campos, manzanos,
azules titubeantes, malezas amarillas,
y entre la hierba verde viven las amapolas.
El cielo inextinguible, el aire nuevo
de cada día, el tácito fulgor,
regalo de una extensa primavera.
Sólo no hay primavera en mi recinto.
Enfermedades, besos desquiciados,
como yedras de iglesia se pegaron
a las ventanas negras de mi vida
y el sólo amor no basta, ni el salvaje
y extenso aroma de la primavera.
Y para ti qué son en este ahora
la luz desenfrenada, el desarrollo
floral de la evidencia, el canto verde
de las verdes hojas, la presencia
del cielo con su copa de frescura?
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueño de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raíces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera.
¡Gracias a todos, esperamos que les hayan gustado!
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